20ºC - Parcialmente nublado
Lunes, 13 de Mayo de 2024

Un nuevo “cuento del tío”, que esta vez incluye “apriete”: Le corto el pasto por 2.500, jefe

General27/04/2024 08:54 hs.
624 lecturas


Cuando finalizan la tarea, los muchachos dicen que el costo es de 12.500 y no de 2.500 pesos, como habían asegurado. ?Escuchó mal, usted. No nos vamos de acá hasta que nos pague?, amenazan.

Lo barato sale caro
Un muchacho golpea las manos en la puerta de la casa de Guillermo, vecino de barrio Argüello, en el norte de la ciudad de Córdoba. Es sábado a la tarde y se escucha de fondo la radio que transmite fútbol. Guillermo se asoma por la ventana y desde la vereda un muchacho de unos 20 años, acompañado por otro joven, con tomo simpático comienza a tejer la trampa.


-Hola jefe, buenas tardes. Le cortamos el pasto por dos mil 'quiniento’. Le cortamos las ramas también y le dejamos todo limpito.

-Pero si tengo dos canteritos nomás…

-Dele, jefe. Le barremos la vereda también…

-Bueno, dale. Avisame cuando terminen.

A la media hora suenan las palmas otra vez. Guillermo sale con tres mil pesos en la mano, con la intención de recompensarle para arriba el precio de la tarea.

-¡¿Qué tres mil?! Doce mil 'quiniento' le dije.

-No, no, pará. Vos me dijiste dos mil 'quiniento'.

El tono simpático que en principio ensayó el muchacho desapareció por completo. La discusión fue subiendo de tono y hubo intercambio de insultos. De repente, de la nada apareció en escena un hombre de unos cuarenta años, que también increpó al dueño de casa.

-Vos te querés aprovechar de los chicos. Más vale que pagués o te hacemos quilombo acá –sentenció.

Guillermo ingresó a su casa visiblemente nervioso. Pensó en llamar a la Policía pero uno de sus hijos lo convenció para que no llamara y se sacarse el problema rápidamente de encima. Buscó 5.000 pesos más y a través de las rejas les entregó 8.000 pesos, tras lo cual uno de los muchachos tomó el dinero con desprecio y los tres se fueron vociferando insultos hacia dueño de casa. Las ramas que habían cortado del árbol quedaron tiradas en la vereda y en la calle, como símbolo de una tarde en la que un vecino quiso tener un gesto amable, entendiendo que la crisis económica golpea fuerte en la calle, pero que fue estafado en su buena fe.

“Me amargaron el día. Pensé en darles una mano, tirarles unos mangos… si apenas tengo dos canteritos de un metro cuadrado, pero me apretaron mal. En un momento pensé que podían empezar a romper los vidrios de la casa si no le pagaba lo que pedían”, le contó Guillermo a La Nueva Mañana.

FUENTE: La Nueva Mañana