El Frente Justicialista Salteño, impulsado por Cristina Kirchner y aliados, colapsó en las elecciones del 11 de mayo. No obtuvo ni una banca en la Legislatura provincial y solo consiguió un puesto en el Concejo de San Lorenzo. La intervención del PJ local, ordenada desde Buenos Aires, generó divisiones y terminó en un fracaso electoral sin precedentes.
Los números no mienten: el kirchnerismo quedó por debajo de los votos en blanco. Guido Giacosa, candidato a senador, obtuvo solo un 6,52%, mientras que las listas de diputados kirchneristas no superaron el 4%.
La intervención del PJ salteño, liderada por Emiliano Estrada, agravó la crisis. Estrada, cuestionado por una causa judicial por financiar una red de desinformación con fondos públicos, enfrentó rechazo interno y electoral. La medida, vista como un intento de control desde Buenos Aires, alienó aún más al electorado.
El gobernador Gustavo Sáenz no perdió oportunidad para golpear: “Que se den cuenta que a los salteños no nos dicen desde Buenos Aires lo que tenemos que hacer”, declaró, marcando distancia del centralismo kirchnerista. Sus palabras reflejan el malestar por la intromisión nacional.
¿Consecuencias? El kirchnerismo queda fuera de los espacios clave de poder en Salta, mientras el oficialismo provincial y La Libertad Avanza fortalecen su dominio. La derrota expone la erosión del PJ local y plantea un futuro incierto para el espacio en la provincia.