El paraje El Rosal, escondido entre los cerros de la Quebrada del Toro, vivió una despedida cargada de emoción. Aldo Palacios, el director que dedicó 30 años a la Escuela 4.526, se jubiló dejando un vacío imposible de llenar. Alumnos, exalumnos y vecinos se unieron para honrar al hombre que transformó vidas con educación, fe y trabajo incansable.
Todo comenzó en 1995, cuando Aldo llegó a una escuela con apenas un aula y dos baños. Caminaba 25 km cada semana para llegar a tiempo. Con esfuerzo y ayuda de la comunidad, construyó comedores, albergues y hasta una capilla. "Él nos enseñó que no hay límites", dicen los que hoy son profesionales o trabajadores orgullosos.
Entre sus logros está la radio FM "de las Nubes", donde los niños leen noticias para sus familias, y los invernaderos que alimentan a la comunidad. "Hasta nos conectó con una escuela en Francia", recuerdan emocionados. Su secreto: creer en cada niño como si fuera su propio hijo.
La despedida fue una fiesta: misa, bailes, poesías y hasta un olivo plantado en su honor. El INENCO y la Fundación Alfarcito le entregaron reconocimientos, pero su mayor premio son los abrazos de quienes lo llaman "profe". "Usted nos dio futuro", le escribió un alumno.
Aldo no solo enseñó matemáticas; inculcó valores, gratitud y esperanza. "Los niños debían agradecer cada plato de comida", cuenta un colaborador. Su trabajo con el Padre Chifri y su lucha por llevar energía solar al pueblo muestran su convicción: "La educación cambia todo".
Hoy, El Rosal es un símbolo de resiliencia gracias a Aldo. "No me voy, solo paso la posta", dijo al retirarse. Su legado vive en cada adulto que fue su alumno y en los niños que siguen soñando alto... ¡como las nubes que bautizaron su radio!