Hace unos días, durante la noche, el barrio Parque de Rosario (Santa Fe) fue escenario de una verdadera lección de vida. Un hombre de 55 años sufrió un paro cardíaco frente a su casa y fue salvado por tres jóvenes amigos que pasaban en auto. Gracias a que aplicaron las maniobras de reanimación cardiopulmonar (RCP), lograron estabilizarlo hasta que llegó la ambulancia.
Entre ellos estaba Ciro Domenichini, de apenas 18 años, quien había aprendido la técnica en su club dos años atrás. “Al principio dudé, pero no tenía signos vitales y había que hacerlo”, relató con emoción. Mientras él iniciaba las maniobras, sus amigos Simón e Ignacio pidieron ayuda al 911 y contuvieron a la familia que miraba desesperada.
A los pocos minutos arribó una patrulla policial, que coordinó con el Sistema Integrado de Emergencias Sanitarias (SIES). Cuando el personal médico tomó el control, confirmaron que el hombre había recuperado signos vitales. “Nos dijeron que la familia estaba muy agradecida”, recordó Ciro.
Los adolescentes coincidieron en que, aunque sintieron miedo y adrenalina, detenerse y ayudar fue una decisión natural. “No sabés si esperar a los médicos o hacer algo, pero ahora estoy seguro de que fue lo correcto”, expresó el joven héroe.
Tras la atención inicial, el hombre fue trasladado a un centro de salud, para su recuperación. Este episodio dejó una enseñanza clara: la capacitación en RCP no solo es fundamental, sino que puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.