Cada mañana, la Ruta Nacional 50 se convierte en un interminable embotellamiento de autos, camionetas, remises y combis que buscan cruzar a Bolivia por Aguas Blancas. Más de 15.000 vehículos por día saturan el tramo entre Orán y el Puesto 28 de Gendarmería, donde el tránsito colapsa durante horas, generando un cuello de botella que afecta a toda la región.
El motivo es económico: los precios en Bermejo, Bolivia, son menos de la mitad que en Argentina. Esa diferencia empujó a miles de familias del norte salteño a cruzar la frontera para llenar sus bolsos. Pero la falta de infraestructura y control convirtió este fenómeno en una bomba de tiempo para la movilidad y la seguridad.
Productores rurales, trabajadores y servicios esenciales están entre los más afectados. "No podemos llegar a las fincas, las ambulancias no pasan y los pacientes faltan a sus tratamientos", denunció un fisioterapeuta de Orán. En las banquinas, autos estacionados en contramano impiden cualquier intento de circular. La escena se repite todos los días.
A pesar de los reclamos, aún no se implementaron soluciones concretas. El intendente de Orán, Baltasar Lara Gros, reconoció que la situación es crítica y anunció una obra para descomprimir el tránsito en el Puesto 28. Sin embargo, las obras aún no comienzan y el caos avanza.
Mientras tanto, la vida en el norte salteño se ralentiza: ambulancias que no llegan, cosechas en riesgo y una economía regional cada vez más afectada por la falta de logística. El paso fronterizo, pensado para un flujo moderado, hoy es el epicentro de una crisis que crece al ritmo de la inflación.